Si habéis leído la entrada anterior: soy bipolar? Ya sabríais que la respuesta a la pregunta va por el camino del no. No siempre un trastorno afecta o condiciona todos los aspectos de la vida de una persona, ni siquiera aunque tengas herencia genética. Posiblemente sabéis que hay casos particulares en que sí condiciona, y casos intermedios en que no.
En mi caso fue un trastorno de grado grave, con una gran posibilidad de herencia genética, que resultó, - después de mucho tratamiento, esfuerzo personal, terapia y soporte familiar- en un final feliz, ya que actualmente llevo una vida normal y satisfactoria.
Dibujo hecho por Bárbara Pérez Gouet |
Existe una idea social preconcebida de que los estudiantes de psicología estudian esta carrera para entenderse a sí mismos. Puede ser verdad, y si lo es también me parece algo positivo porque si uno pretende ayudar a los demás lo ideal es que tenga sus conflictos previamente resueltos o en proceso de resolverse. En mi caso no fue así del todo, el interés por la psicología fue previo a la enfermedad; de hecho empecé a estudiar esta carrera cuando ya prácticamente no me quedaban cosas relativas al trastorno por resolver.
Una de las enseñanzas de mi psiquiatra y psicóloga es que un psicólogo debe tener su propio psicólogo porque al recibir los problemas de los demás es necesario ir "limpiando el filtro". Y sobretodo cuando un estudiante empieza a estudiar la psicopatología, vale la pena hacer terapia, porque uno puede sentir que tiene esto o aquello... Y pueden crearse confusiones que necesitan de una segunda opinión.
Pienso que ser psicólogo y padecer algún tipo de trastorno no es incompatible porque puede ocurrir que el trastorno no afecte a todos los ámbitos de la vida de la persona, o que la persona lo esté llevando como debe. Lo importante es que el trastorno esté bajo control y que uno sea consciente de los síntomas y de las soluciones que debe adoptar.
En mi caso lo que me ocurrió me va a permitir entender y empatizar mucho mejor con personas padezcan de algo similar a lo que yo viví, y lo veo como algo positivo que me dará las herramientas y la visión necesaria para tratar a personas en un futuro. Por desgracia, en ese sentido, no todos los que acaban la carrera entienden y realmente empatizan con las personas que han padecido una patología de estilo. La experiencia de haber pasado por algo debe usarse constructivamente para madurar y romper con las visiones sociales y los estereotipos de la sociedad.
Desde luego que no fue un camino de rosas, desde luego que yo me puse las pilas... ya que por mucha ayuda que uno reciba, en realidad mucho depende del esfuerzo personal y del estado cerebral que tenga. Así como del entrenamiento cerebral que uno ejerza posteriormente (leyendo, aprendiendo, etc.). El primer paso es aceptar la realidad tal y como es por muy dura que sea (en mi caso, un posible futuro mermado por una temporal pérdida de habilidades cognitivas y 30 kilos de más, con todo lo que implica), y trabajar con ella. Ser constante, ser obstinado en mejorar... golpear cada dia la mesa diciendo: yo puedo, yo puedo, yo puedo...
Creo que yo fui sin duda un ejemplo de plasticidad neuronal. Notar que no tenía las mismas capacidades cognitivas cuando estando en tratamiento volví a emprender los estudios, generó una gran frustración, que me hacia emperrarme en estudiar y estudiar para conseguir mi sueño de ir a la universidad. Esta obstinación fue la clave de la actitud más constructiva que tenía que adoptar. No me dejé llevar por la apatía, no dejé de luchar por lo que quería, y os aseguro que es muy difícil sentirse frustrado con algo y obligarse uno mismo a repetirlo hasta que sale como uno quiere. Requiere de muchos intentos frustrados que pueden augmentar la frustración, y eso empeora el estado de ánimo.
Fue un camino muy difícil porque además los tratamientos tienen fuertes efectos secundarios, entre ellos ir medio sedada, el aumento de peso... y eso no solo genera molestias físicas, sinó una posible marginación social -dentro de lo que sería un instituto de enseñanza pública-. El augmento de peso constituyó un bajón en mi autoestima, autoimagen, estado de ánimo, interacciones sociales con mis compañeros (aunque no con mis mejores amigos que era lo que consideraba importante).
El caso es que no solo desenterré mis capacidades cognitivas, sino que mejoraron y maduraron en relación a mi edad, conocimientos y experiencias. Mi motivación por los estudios fue esencial para que se produjera esta mejora, posiblemente si no hubiese estudiado mi cerebro no hubiese reconectado tan bien sus neurocircuitos, porque el estudio implica ejercitar la mayoría de capacidades cognitivas (memoria, atención, asociación, generar esquemas de conocimientos, síntesis, resolución de problemas, etc.).
Fue un camino muy difícil porque además los tratamientos tienen fuertes efectos secundarios, entre ellos ir medio sedada, el aumento de peso... y eso no solo genera molestias físicas, sinó una posible marginación social -dentro de lo que sería un instituto de enseñanza pública-. El augmento de peso constituyó un bajón en mi autoestima, autoimagen, estado de ánimo, interacciones sociales con mis compañeros (aunque no con mis mejores amigos que era lo que consideraba importante).
El caso es que no solo desenterré mis capacidades cognitivas, sino que mejoraron y maduraron en relación a mi edad, conocimientos y experiencias. Mi motivación por los estudios fue esencial para que se produjera esta mejora, posiblemente si no hubiese estudiado mi cerebro no hubiese reconectado tan bien sus neurocircuitos, porque el estudio implica ejercitar la mayoría de capacidades cognitivas (memoria, atención, asociación, generar esquemas de conocimientos, síntesis, resolución de problemas, etc.).
Tuve la gran suerte de mantener mis amistades, cosa que en muchos casos similares se suele perder. También tengo que agradecer su apoyo, así como el de mis padres que estuvieron cuidándome incondicionalmente y gastando todo en proporcionarme los mejores recursos para recuperar mi vida.
Quiero manifestar mi profundo agradecimiento a las personas, grandes profesionales en su disciplina, que me atendieron y consiguieron guiar a mi familia y a mi hacia el camino de mi recuperación. Silvia, Belén y Ernesto, muchas gracias.